Cosas de la vida
Si bien es cierto en este año 2018
que comienza, Ónice cumplirá 30 años de haber realizado su primer show en la
escena, formalmente el 23 de julio de 1988 en sincronización con la Fiesta de Caracas de ese
año y aniversario del natalicio de Haile Selassie, se realizó el show histórico
en nuestro patio que es la parroquia Caricuao. Pero en vista de la presión que
requería el compromiso de un primer show, delante del público sin ninguna
experiencia en una tarima, nos vimos obligados a hacer una presentación previa
el 16 de julio en el bloque 7 de la
UD 6. Considerábamos que con solo los ensayos entre cuatro
paredes sin presencia de masas, la agrupación no estaba preparada con la
seguridad de enfrentar al público de forma real y es una deuda histórica no
mencionar esta pequeña aventura que en verdad fue nuestro primer show al mundo.
Para la época el equipo de
Fundarte coordinado por Nelson López a través de un casting que se realizó bajo
la supervisión de Iris Salcedo a Ónice, en la sede del Club “Paz y Solidaridad”
del bloque 10 de la UD2,
primer sitio de ensayo de la banda, aprobaron dar la oportunidad de
presentarnos en la respectiva “Fiesta de Caracas” del año. En vista de la
presión que representaba el compromiso, los músicos de ese momento Kelly
Guzmán, Gustavo Miranda, Manuel Montilla, Alejandro Rodríguez y Genis Miranda
planificamos un show con nuestros propios equipos en algún lugar no definido.
Un gran amigo de la banda Carlos Pieters que jugaba voleibol con Genis logró
coordinar con los vecinos de su edificio hacer una presentación relámpago en el
bloque 7 de la UD 6 a ver que resultados daba el
experimento.
La logística de Ónice contó en
ese momento con el transporte de Ramón Miranda que era un clásico Land Rover chasis
corto donde cabía la instrumentación, el sonido y el personal de la banda. A
nivel de audio los equipos no eran profesionales, la batería era una Mattel
casi de juguete reforzada con un timbal remendado y sin platillos, el bajo era
prestado, la guitarra de Kelly hacía tierra y los teclados también eran de
juguete (Bontempi, Yamaha handysound de 2 octavas), micrófonos unidireccionales
de plástico, pero la voluntad de Ónice por dar a conocer el reggae como un
género musical de respeto no dejaba decaer el entusiasmo de los músicos por
hacernos sentir. El nivel de ejecución era escaso por el desconocimiento y la
falta de técnicas para tocar el reggae en ese momento, pero, a través de esa
presentación la agrupación descubrió que tenía un alto potencial en la música y
adquirió más confianza para enfrentar una tarima.
Vale la pena hacer mención de
esta anécdota, como una deuda con la escena musical venezolana y con los
vecinos del bloque 7 de la UD6
que muy gentilmente cedieron sus espacios, para que un grupo de desconocidos
desaliñados llegaran a través de la complicidad de un vecino a hacer ruidos por
una tarde y noche sabatina, con una música totalmente extraña y al revés, que
con el tiempo convirtieron a la parroquia Caricuao en el bastión de los sonidos
jamaiquinos de Venezuela, conocida como la Capital del Reggae, reconocido por su embajada.
Esperamos que el 16 de julio del 2018 sea una fecha memorable en la historia de
la música en nuestro país, para enriquecer los archivos cronológicos en
beneficio de esta sociedad, que merece la atención cultural y educativa para
mantenerla más humana hacia el futuro bonito que todos deseamos.
Ónice